Cartagena la ciudad de los personajes, en su jugo. Mencionare a varios, pero me dedicare a uno, en serio y broma.
Willy, amigo que no necesita presentación y menos elogios, pues es tan conocido, como la verdolaga, y tan apreciado como el buen vino acompañado con queso de cabra y música de fondo, y… en el pasado lejano, de cuando en cuando, a la caza de sedosas banderas en busca de asta, de esas que lucen como faldas alborotadas como las brisas de abril.
Uno de los personajes que tiene Cartagena, agradables, es Willy, que, por conocerlo bien, diría que es la imagen y cerebro de la sabrosura, del swing blanco de la ciudad. Como lo es Raimundo Angulo para las bellezas de las mujeres de Colombia, no hay mujer que no sepa quién es Raimundo, gracias a mi Dios, ni el Covid 19 pudo con él.
Como lo es el talentoso, y relacionista musical Jairo Martínez, para la música y la farándula, que puso en vainas a Amparo Grisales. Tambien el ex alcalde Augusto Martínez; que donde va, no lo dejan gastar un peso, porque todo el mundo lo atiende, lo quiere, lo recuerda con cariño. El fuerte, del fuerte, Humberto Benedetti, con sus simpatías que irradian amistad a propios y extranjeros. Es un receptor universal y promotor de turismo único, excepcional. ¿Quién no quiere a Humbertico? Y… no podría faltar el Cap. Jaime Borda, el hombre de las anécdotas que cuando si se junta con German Tatis, la nena Jimenes, Montecristo, y sábados felices, le quedan chiquito. Esta en mi memoria, el recordado Kike Sagrera Lemaitre. Falleció, echando chistes y, con el humor, se despido de este mundo, que en paz descanse – Y no deseo olvidar a Tico Rodríguez, que embalsamó el tiempo, para permanecer joven. El caso de Willy, recoge el temperamento de todos ellos. Si, de todos un poquito, para convertirse en un ser particular.
Cuando este gobierno del pacto histórico, usurpó la palabra sabrosura, como clamor exclusivo de Francia, sin ser la Marsellesa, cometió el tremendo error de no consultarle el significado, el sentido, la definición, de algo que no conoce. Willy, si sabe de sobra, lo que es la SABORUSRA. Este caballero tiene la virtud, de cambiar de semblante, según sea la travesura, o aventura. Pero normalmente su cara es de monje en vías de santidad, pero de esos que convierte el agua en vino. Tiene el Martínez de apellido y toda esa línea, son personas agradables, ¿Quién no quiere darle un abrazo a la Prince Martínez? Esa dama, mi compañera, y amiga de infancia y de primera comunión, nunca la vi molesta. A ninguno de ellos les cuesta reírse, o regalar una sonrisa, asi sea a la fuerza. Son buenos conversadores, maravillosos, anecdóticos y amigables, sobre todo muy bien educados.
En el caso de Willy, siempre sale de la boca de este amigo y gran caballero, una pequeña sonrisa que da, para varias lecturas, y eso es un don virtud, por eso fue embajador de Jamaica, como hubiera podido ser de otro país, pues uno no sabe, si su sonrisa, es burla, mamadera de gallo, complacencia, o está hablando en serio o en broma, y ese es el arte de ser diplomático. Siempre luce atento, y le da mucha importancia a su interlocutor, asi no sirva para un carajo. Cuando fue embajador, en un país donde todos son blancos, el único negro era él, lo hizo maravillosamente, lo querían tanto, que poco faltó para que le elevaran un busto en su nombre, como homenaje a la amistad. De vaina, no los puso a bailar bullerengue, pero… si les encaramó el sombrero vueltiao, que hoy se conoce tanto, como el monumento a las palenqueras de Eugenio Lora, obra de arte que “arboliaron” por allá en un taller, desconociendo su valor significado y sentido.”
Todos los mencionados en esta nota, son personas promotoras de lo bueno de la ciudad, Colombia, y de todo el mundo: mis aplausos para ellos. ¡Ah!, se me olvidaba, el alcalde Dau, este rompió la serie, y lo digo, para que no me critiquen. Pero Willy, es un extracto de todas esas virtudes, lo excepciono de su tocayo, sin volverse un tutifruti. Willy, no tiene enemigos, los únicos que le podrían salirle al paso para molestarlo, son los que lo envidian, pero ya no, porque todos se murieron de eso. Gracias a él, el rayado sombrero vueltiao, hecho de la palma de caña flecha, lo hizo lucir en la cabeza del presidente de aquella nación, para que no se tostara del irritante y canicular sol jamaiquino.
Dicen que le dijo a ese mandatario: Aquí tiene señor presidente a Colombia en sombrero y en palmera, parte de la historia de los indios del Sinú, y el pueblo de Tuchin Córdoba, en sombra genio y figura. Y, el presidente disque le dijo: ¿WHAT ARE YOU SAYING? Y Willy disque le respondió diplomáticamente: FUK YOU, Banana OIL, PUT ON YOUR HAT.
El relacionista, Martínez, me contaba Eduardito Carvallo, político caballista, que Willy, comía mucho mango del sembrado que había en los jardines de la embajada, y tambien corozo, una fruta que tiene ese color entre morado y blanco pálido, que la hay por aca en los campos fértiles de Colombia. El ex embajador, era tan complaciente con la colonia colombiana, que a veces se metían a comerse los mangos y pasaba el mal rato, porque le daba pena decir: NOJODA, déjenme los mangos quietos.
Lo más seguro es que, al leer, esta nota, escrita con cariño, se pregunte: ¿porque carajos Senen, me la dedicó a mí? – Sencillamente, porque nos acostumbraste a leer las historietas del barrio de manga, y no volvieron a salir. He pensado, que la distracción se debe a que, estas escribiendo la segunda novela, o cuentos, ya no en torno a Bolívar, pero no el Gustavo, pero si aquellas, travesuras que generaron rasquiña, “cuando las monas no se teñían”. ¿Te acuerdas? Bonito título. O… es que estas esperando otra embajada en este gobierno, que de verdad necesita de cuerdos, para que nos representen bien y haga sonreír a los amargados.
Desde Toronto te envio un abrazo, y esperamos que escribas por favor, sobre el barrio, y sus anécdotas, para que nos alivies de los temores del duende de la tiranía, que circunda por los aires de la nación.
senengponzalezvelez@hotmail.com
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