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¿Quién dicta la línea en el Centro Democrático? Por Eduardo Mackenzie

¿Quién dicta la línea en el Centro Democrático? Por Eduardo Mackenzie

¿Qué representatividad puede tener un candidato presidencial elegido por  sólo 875 votos de un partido que dice tener 811.476 miembros? (1) ¿Qué autoridad moral y política puede tener ante los electores ese candidato elegido no por militantes y miembros de su partido sino por personas que pueden ser o no ser del Centro Democrático, y que, incluso, pueden ser rivales del CD?

¿Podrá ese candidato aglutinar la corriente uribista luego de que la unidad del Centro Democrático saltó por los aires a causa de un sistema absurdo de elección por sondeos que terminó dando resultados que no convencen sino a unos pocos?

En lugar de hacerle frente a esa realidad y encontrar una solución que restaure la unidad y la confianza militante, los dirigentes del CD reunieron antier la Convención de ese partido para “consagrar” a las carreras al ex ministro Oscar Iván Zuluaga. Al hacer eso mostraron, una vez más, que las inquietudes de las bases del CD no pesan mucho frente a los cálculos de una burocracia que no sabe siquiera cuales son las soluciones que Colombia necesita.

¿Acaso la frase favorita de Zuluaga no es, en estos días,  eso de “ir hacia arriba”? El candidato del uribismo dijo: “En el mundo de los políticos y del periodismo se habla sobre la derecha y la izquierda. Y eso está bien. Pero he hablado con cientos de colombianos y nadie me habla de ir hacia la izquierda o la derecha. Me hablan de ir hacia arriba.”

El candidato presidencial del CD teme que la izquierda y el espectral “centro” lo vean como un “reaccionario” si dice que hay soluciones de derecha, si admite que  hay una historia gloriosa de la derecha en la construcción de Colombia y de lo social en las democracias del mundo entero. La palabra derecha es, para Zuluaga, impronunciable. Pitágoras decía: “La servidumbre es hija de la ignorancia”.

¿Desconoce él acaso que la derecha filosófica, política, intelectual y social de Colombia fue la que, gracias al valor y heroísmo sin falla de las fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, evitaron con grandes sacrificios que Colombia cayera hasta hoy en la esfera soviética, durante la Guerra Fría, y evitaron que Colombia se convirtiera en una narco-dictadura bajo la bota totalitaria de Cuba y Venezuela? ¿Cuál es la parte de ese histórico combate que le debe Colombia a la izquierda y al pantano centrista?

Oscar Iván Zuluaga teme, sin embargo, que los medios, los censores progresistas, los artistas de la culpabilización, los magos de la amnesia histórica, lo vean como un “facho”, a sabiendas de que tales insultos, utilizados por los mamertos ante su falta de argumentos, perdieron fuerza hace años. Él se avergüenza de la inmensa herencia política y cultural de la derecha en Colombia y en los cinco continentes.

Y se avergüenza, a estas alturas de su vida, del uribismo, corriente política e ideológica que nunca fue de izquierda ni de centro-izquierda. Zuluaga le hace ahora guiños a las posturas progresistas, que son minoritarias en un país que se derechiza más y más en vista de la masiva violencia, de la corrupción y la miseria social e intelectual que la izquierda siembra en el continente.

Zuluaga hace eso cuando proclama la tontería de “ir hacia arriba”. Con esa pirueta, en donde los inventores de la misma serían, no él, sino los colombianos,  intenta salir airoso del aprieto creado por el caótico sondeo y la apresurada convención del CD.

¿Y qué habría “arriba”? ¿Una Colombia paradisíaca, sin problemas? ¿Con unas Farc dictando su ley en el Congreso, en el Palacio de Nariño y en las grandes ciudades? ¿Ir “hacia arriba” es acaso eso de “no desconocer ni los acuerdos [de La Habana] ni la JEP”, como Zuluaga predica desde el pasado 5 de septiembre?

En esa fecha, OIZ dijo que en el caso de llegar a la presidencia de la República él respetará los acuerdos Santos/Farc ya que, según él, “política e internacionalmente no es viable desconocerlos”. ¿No es acaso Zuluaga quien trata de hacer creer que en el futuro “quienes cometieron crímenes atroces, delitos de lesa humanidad, violación de menores”, podrían recibir una decisión judicial “por parte de la JEP” antes de poder llegar al Congreso?

Esas fantasmagorías son probablemente la piedra angular del programa del candidato Oscar Iván Zuluaga. En todo caso, esas posiciones de izquierda que él asume coinciden perfectamente con el cuidado que él pone para no decir que el país debe relanzar la seguridad democrática como condición previa a toda reconstrucción económica y social.

¿De dónde viene ese posicionamiento de Oscar Iván Zuluaga? Recordemos dos hechos.

El pasado 11 de noviembre, la revista Semana, descubrió que “varios líderes del Centro Democrático” –que esa publicación se abstuvo de identificar–,  estaban chantajeando al uribismo al decir que apoyarían la candidatura de Federico Gutiérrez, ex alcalde de Medellín, si la senadora María Fernanda Cabal era elegida candidata presidencial. La dirección nunca investigó quien estaba ejerciendo tal presión (2). Días antes, José Obdulio Gaviria, en vista del éxito de María Fernanda Cabal estaba teniendo en las bases del CD durante la campaña de los precandidatos,  lanzó un cobarde ataque contra ella y contra el expresidente Uribe. Describió a éste último como alguien “totalmente preso” por un proceso-pantomima que lo mantendrá “completamente distraído”, de los asuntos del CD. Al mismo tiempo, Gaviria gesticuló que el triunfo de una candidatura como la de Zuluaga sería “más afín a la línea de comportamiento del gobierno de Iván Duque” (3).

¿Tales maniobras divisionistas y desleales de José Obdulio Gaviria son la razón para que la secretaría del CD decidiera decir, sin prueba alguna, que el vencedor era OIZ, y para que diera unas cifras de dos sondeos que siguen siendo dudosos y sin respaldo material, y para que organizara una convención del CD sin la presencia del expresidente Uribe y de María Fernanda Cabal?

Estos antecedentes hay que tenerlos en cuenta al momento de reflexionar sobre lo que pasó en el Centro Democrático. No fue la senadora Cabal la que creó la “fuerte controversia” dentro del partido, como pretende cierto matutino antioqueño. Quien se anticipó a todo esto, sobre todo a los resultados y asumió actitudes excluyentes y divisionistas desde el comienzo fue José Obdulio Gaviria. Él es, en mi opinión, el gran responsable de lo que ha ocurrido en esa formación política.

Todo parece indicar, según esos hechos, que el CD fue convertido en un club de amigos bien pensantes en donde José Obdulio Gaviria da la línea y dicta la ley.

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